viernes, 25 de mayo de 2012

Una tarde única en Milán

Era una tarde gris con una lluvia fina y fría. Había poca gente en las calles del centro, algunas esperando en el convento de Santa Maria delle Grazie y otras visitando la imponente catedral gótica. Milán es el hogar del Duomo, “La Última Cena” de Leonardo Da Vinci y el Fernet Branca. A seis kilómetros del centro está la Destilería Fratelli Branca, una enorme planta industrial donde se hace el famoso digestivo o “remedio del inmigrante” desde 1913. En el primer piso se encuentra el museo que recorre la historia de la bebida que los argentinos adoptamos como propia.
“Bienvenidos”, nos recibe con un alegre saludo Gianluca, nuestro guía italiano. Es un fiel representante de la ciudad de la moda con un saco azul francia, camisa blanca perfectamente planchada, zapatos que parecen recién lustrados y un pañuelo anudado al cuello. “¿Son el grupo de argentinos? Argentina es el mercado de mayor consumo, mucho más que acá”, dice agradecido. Durante todo el recorrido se mostró muy amable y recuerda nuestra forma particular de tomar fernet con Coca-Cola.
En el primer salón nos chocamos con una fuente de madera, que supo ser una cuba, dividida en pequeños espacios llenos de hierbas, cortezas, raíces y frutos exóticos de todos los continentes del mundo. Manzanilla, cedrón, romero, genciana, quina, aloe y hasta ciruelas. “Pueden anotar todos los ingredientes”, comenta entre risas, “pero nunca sabrán la cantidad especifica, ni el proceso de extracción”. A un costado una leyenda “Rifiutate le imitazioni. Chiedete il vero Fernet-Branca” nos presenta la vitrina que junta un centenar de imitaciones. La perlita es un envase de Fernando, el fernet listo para disfrutar que encontramos en los supermercados.
En una ambiente creado por los aromas de las especias utilizadas en la producción, continuamos por la historia familiar de los Branca, que es lo mismo que decir la historia de la bebida. La empresa ha pasado de generación en generación respetando estrictamente el secreto de su fórmula durante más de 165 años. En esa sala un busto de mármol blanco se destaca. Es María Scala, que asumió la presidencia tras la muerte de su marido, Stefano Branca. A ella se le debe el reconocimiento de la marca, bajo su mando se creó el logo que hoy conocemos: el águila que lleva una botella entre sus garras y que se apodera del mundo. Ahí mismo nos sorprende una publicidad de 1910 que conmemora el centenario de la Revolución de Mayo. Una mujer alza en alto la bandera argentina pisando la bandera española.
Parece ser que en la Destilería Fratelli Branca es todo entre familia. Gianluca nos cuenta que su padre e hijo también trabajan en la empresa; y fue junto a ellos que realizó el trabajo de seleccionar el archivo del museo.
El paseo único como el Fernet-Branca termina entre millones de litros de fernet. El sueño argentino. Nos rodean cubas hechas con roble de Eslovenia, hoy en extinción, donde más de 65 mil litros reposan durante un año. Un subsuelo invadido por su particular olor amargo que nos recuerda el placer de tomarlo. 










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