De sangre italiana, Frank Sinatra estuvo siempre rodeado de amigos. Desarraigado de su familia, para mantener su carrera, combinó la vida de soltero con el amor de sus hijos y sus ex esposas. Eternamente con un ideal el “todo o nada”.
Dolly Sinatra, dijo con orgullo: Sí, mi hijo es como yo. Si se le contraría nunca lo olvida. “La voz” era imprevisible, reaccionaba de inmediato y por instinto. Él mismo que ante la lealtad de sus próximos hacía regalos extraordinarios, que compraba personalmente recordando el gusto de cada uno; podía instantáneamente entrar en un ataque de furia si alguno de sus compañeros hacía algo que no era aceptado por él.
Sus conocidos lo recuerda como un hombre solemne y a la vez humilde por naturaleza. Era común encontrarse al cantante en el bar de Jilly, en Nueva York, charlando cordialmente con figuras del espectáculo como también saludando con la mano a sus paisanos más cercanos. Tenía una memoria increíble para los nombres de pila y se interesaba por la familia de sus seres cercanos.
Su primera hija, Nancy Sinatra, era quien lo comprendía mejor que nadie y con la cual podía actuar libremente. Se veían diariamente, y si no, él la llamaba de donde sea que estuviera. La importancia de su hija se veía cuando su padre cantaba emocionado la canción que lleva su nombre.
Cuando el cantante se sentaba a cenar, en cualquier lugar donde se hallara, sus fieles amigos estaban cerca. Era lo más cercano a la vida familiar que tenía. Un hombre de éxito, que a pesar de sus excentricidades, seguía siendo el chico italiano de barrio de Hoboken.
Perfil de Frank Sinatra a partir de "Frank Sinatra has a cold" de Gay Talese
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